Ejemplares mujeres construyen con sus manos adobes para levantar sus casas


Son mujeres, viven en Vichuquén y pretenden convertirse en las heroínas de su familia, al tomar las riendas de la construcción de sus casas, que colapsaron tras el terremoto del pasado 27 de febrero.

Salomé Santelices y Carmen Neira son dos ejemplos de entre una veintena de dueñas de casa que están participando en una capacitación dirigida por el Servicio Nacional de Capacitación para la Industria de la Construcción (Sencico) de Perú, que envió a un grupo de obreros especializados en realizar adobes antisísmicos.

Carmen, cuya vivienda tenía cerca de 400 años y terminó en el suelo tras el sismo, asegura que esta tarea ya dejó se ser sólo de hombres y que será ella quien saque la cara por su familia. Dice incluso que lo hacen mejor que sus maridos.

“De todos los barros que preparamos no nos falló ninguno, en cambio los que prepararon los hombres, al otro día teníamos que trabajar el doble porque teníamos que revolver todo ese barro con la pala y agregarle más material, porque les quedaba muy aguado”.

La dueña de casa cuenta que esta capacitación ha sido un total sacrificio, ya que estas labores, pensadas principalmente para hombres, le han resultado un tanto pesadas para su cuerpo, provocándole dolores, que dice olvida cuando sabe para qué está trabajando.

“Llegaba a mi casa y me sentaba y tenía que pararme después apoyándome, pero estoy contenta, agradecida de estos peruanos que vinieron a enseñarnos, porque acá se construye el adobe, pero a lo bruto. Mi casa se derrumbó el techo, todos los tabiques. Tenía más de 400 años y se vino abajo con el terremoto y una empresa nos trajo las primeras mediaguas que son tres por seis metros y aún tenemos la mitad de las cosas afuera.

“Ha sido como una terapia”

Salome Santelices cuenta que estuvo más de un mes viviendo en una carpa y ahora recién puede hacerlo en una mediagua, que en comparación con las dimensiones de su antigua casa, es mucho más pequeña, por eso trabaja hoy para poder reconstruir y tener un espacio más amplio para vivir y terminar así con su pena.

“Era una construcción de adobe pero mi esposo había hecho bastantes arreglos dentro de la casa, entonces se perdió la casa y nos ha dañado harto. El mismo hecho de venir acá y hacer adobe me ha servido como una terapia, me ha ayudado bastante porque estuve súper mal sicológicamente y me costó asumir haberlo perdido todo. Esta casa es de mi mamá y toda la familia se ha criado ahí y ha sido difícil acostumbrarse a una mediagua, teniendo una casa grande, pero ya estamos acostumbrados”.

Antes de comenzar con la capacitación para ser una maestra adobera, su familia sufrió las inclemencias del frío, que se hicieron sentir con más fuerza al estar viviendo en una pequeña mediagua que no estaba forrada, lo que provocó que se enfermaran.

Pero ahora ya recuperada tiene todo el ánimo y fuerza para comenzar a reconstruir su casa, para lo que está aprendiendo está técnica de los expertos peruanos. “Una piensa que sólo el hombre es capaz, pero las mujeres también somos capaces de todo. A mí no se me ha complicado pisar barro, con la pala revolver la mezcla (…) Nosotras como mujeres también servimos”.

Tras el sismo, los ejecutivos de la empresa minera Barrick sobrevolaron la zona, constatando la nula llegada de ayuda y el desamparo de los habitantes de Vichuquén. Eso bastó para que decidieran “apadrinar” al pueblo con la intención de volver a levantarlo en las mismas condiciones en que se encontraba antes del sismo.

Hoy en total 50 personas están capacitándose para volver a levantar sus casas con sus propias manos. Casi la mitad son mujeres, que lejos de amilanarse con la idea de transformarse en ‘maestros chasquilla’, asisten con entusiasmo a cada clase y a la explanada en la que fabrican los adobes.

A diferencia de nuestro país, en Perú existe una norma para construir con adobe, pero con tecnología antisísmica.

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